Milicianas. Ni mandar ni obedecer

En la madrugada del 19 de julio de aquel verano del 36 las sirenas dieron el aviso, y el proletariado, aunque mal armado, salió presto a las calles para derrotar al fascio. Los combates se alargaron hasta el mediodía del día 20. Pudieron, esta vez sí, con el ejército, y el jolgorio y entusiasmo se desató. Tras aquella larga jornada de treinta y dos horas ya veían posible su anhelado sueño igualitario. No había demora: a por todas y a por todo, querían construir y palpar un mundo nuevo al compás de la revolución social que habían comenzado.

 

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Milicianas y milicianos se dejaron la vida en los combates callejeros. Milicianas y milicianos se pusieron en la instauración y garantía del "orden revolucionario". Milicianas y milicianos marcharon, "impacientes" o en distintas columnas, al frente. Milicianas y milicianos, nunca soldados, fueron los rostros, los protagonistas del montón, de aquel corto verano revolucionario