Cuando el INE, a través de la última encuesta publicada sobre la Estructura Salarial referida al 2017, afirma que ”la ganancia media anual por trabajador fue de 23.646,50 euros en el año 2017, con un aumento del 2,1% respecto al año anterior…" no deja de tener “razón estadística”. Sin embargo, la constatación de esa media salarial que pudiéramos considerar “casi decente”, si fuera patrimonio de las 18,4 millones de personas asalariadas existentes en el 2017, oculta la realidad de desigualdad y de diferentes repartos existentes entre quienes son la minoría y la inmensa mayoría de asalariadas.
La Agencia Tributaria, con los datos de rentas salariales referidas a 2017, realiza un ejercicio de REALIDAD sobre la situación salarial de las casi 18,5 millones de personas asalariadas en ese año, bastante más honesto sobre el reparto de rentas en el mundo del trabajo:
Solamente el 5,22% del total de personas asalariadas, es decir 958.993 personas, percibieron salarios entre 5 veces el SMI (que en 2017 era de 707,15 € mes) y más de 10 veces ese SMI.
Entre 5 veces el SMI (49.560 € año) y 7,5 veces el SMI (74.340 € año), se encontraban 669.084 personas asalariadas.
Entre 7,5 veces el SMI (74.340€ año) y 10 veces el SMI (99.120€ año), eran 173.665 personas asalariadas las que percibieron esas rentas.
Y quienes percibieron más de 10 veces el SMI, es decir más de 100.000€ año, solamente se encontraban 116.244 personas.
Este casi millón de personas, no representa sino la estructura social por estamentos (de poder) que viene reproduciéndose históricamente y que se encuentra empleada en sectores muy específicos (financiero, energía) y en determinadas posiciones en la “escalera profesional” relacionada con el “mando y el poder” (directivos, ejecutivos, gerentes), llegando a ser sus ganancias anuales hasta un 116% mayores que las del resto de personas asalariadas.
Como tenemos la obligación de profundizar en la verdad de la explotación y en la inequidad, es esta pequeña minoría (6%) de trabajadores y trabajadoras que aún teniendo el reparto de la riqueza no solamente mayor, sino absolutamente desproporcionado, las leyes les son aplicadas de manera privilegiada a la hora de su contribución a la “Caja Común”, es decir, a la hora de pagar impuestos, como el directo de la Seguridad Social, pues sus salarios a partir de 52.517€ año no ingresan un euro.
Esta injusticia social (eso sí, legal), les permite dejar de ingresar anualmente a la caja común de la Seguridad Social más de 7.000 millones de euros.
La inmensa mayoría de personas asalariadas, 11.715.192 personas, percibieron en el 2017 unos salarios que iban desde 0 veces el SMI a 2 veces el SMI:
Entre 0 veces el SMI (0€ año) y 0,5 veces el SMI (4.956€ año), lo percibieron 3.739.162 personas.
De 0,5 veces el SMI (4.956€ año) a 1 vez el SMI (9.912€ año), fueron 2.565.591 personas quienes percibieron estas rentas salariales.
Entre 1 vez el SMI (9.912€ año) y 1,5 veces el SMI (14.868€ año), se encontraban 2.701.345 personas. Y por último, entre 1,5 veces el SMI (14.868€ año) y 2 veces el SMI ( 19.824€ año), fueron 2.709.090 personas.
Esta mayoría de asalariadas que representa el 63% de todas las personas asalariadas en el 2017, trabaja en la denominada economía de servicios (hostelería, comercio, turismo, contratas y subcontratas de servicios, etc.), y en los sectores de los “cuidados”, por lo general con contratos precarios, bien temporales, bien a tiempo parcial, etc. y su contribución a la caja común, especialmente la de la Seguridad Social es al 100%.
La inequidad, la desigualdad y la permanente brecha salarial, por cuestión de género, es decir, la atávica discriminación por el hecho de ser mujer, agravada si eres mujer migrante, es la lacra que se repite en todas y cada una de las encuestas que los distintos ministerios “políticos” nos brindan mensual o trimestralmente.
Esta política, además de ser una política de clase, que garantiza la explotación y la tasa de ganancia del capital y del reparto injusto, es también fiscalmente favorable para quienes más perciben. Es, además, una política machista y patriarcal. Desde CGT insistimos y por ello trabajamos: hay que repartir la riqueza y el empleo y todas las personas tenemos derecho a una renta básica suficiente que garantice la dignidad y la Vida.
Secretariado Permanente del Comité Confederal de la CGT